El Misterio de la Amnesia Infantil

El misterio de la amnesia infantil: ¿Por qué no podemos recordar nuestros primeros años de vida?
La amnesia infantil es la incapacidad de recordar los primeros años de nuestra vida, algo que la mayoría de nosotros experimenta. Los científicos aún investigan por qué olvidamos estas experiencias, porque no recordamos prácticamente nada antes de los 2 o 3 años. Incluso hasta los 7, los recuerdos de la infancia suelen ser vagos.
¿Por qué olvidamos nuestros recuerdos de la infancia?
Mucho tiempo se pensó que esto sucedía porque el cerebro de los bebés aún no estaba lo suficientemente desarrollado para almacenar recuerdos a largo plazo. Sin embargo, estudios recientes sugieren que los bebés y niños pequeños sí pueden formar recuerdos, aunque no todos los conservemos a través del tiempo.
El hipocampo, una parte del cerebro clave para formarlos, juega un papel esencial. Alberini sugiere que la amnesia infantil podría ocurrir debido a un periodo crítico en el desarrollo de esta región cerebral. "Si los niños aprenden situaciones difíciles en sus primeros años, tal vez no recuerden los detalles, pero sus cerebros se forman basándose en esas experiencias".
El momento en que surgen nuestros primeros recuerdos varía dependiendo de la cultura en la que vivimos. Por ejemplo, los estadounidenses suelen recordar su infancia a partir de los 3.5 años, mientras que los chinos lo hacen en torno a los 4 años. Esto tiene que ver con las diferencias culturales: los recuerdos de los norteamericanos tienden a enfocarse más en uno mismo y en emociones, mientras que los recuerdos en los asiáticos se centran en actividades colectivas y rutinas diarias. "En el contexto asiático, la identidad no se define tanto por lo que uno es, sino por los roles y relaciones que tiene con los demás".
¿Nuestros recuerdos de la infancia están realmente perdidos?
Algunos estudios recientes sugieren que los recuerdos de la infancia no están completamente perdidos, solo son inaccesibles. Investigaciones con bebés han mostrado que, aunque no pueden verbalizarlo, son capaces de recordar eventos de manera sorprendente. "Es una paradoja", dice Flavio Donato, neurocientífico en la Universidad de Basilea. "Cuando el cerebro de un niño está aprendiendo a una velocidad que no volverá a mostrar en toda su vida, esos recuerdos no parecen quedarse en su memoria."
Los estudios con animales también sugieren que los recuerdos pueden persistir en el cerebro, incluso si no somos capaces de recuperarlos conscientemente. Un estudio realizado por Alberini y su equipo en ratas adultas reveló que, al estimular ciertas áreas del cerebro, se puede reactivar recuerdos de la infancia, lo que indica que esos no desaparecen por completo.
¿Cómo influye el desarrollo cerebral en la amnesia infantil y nuestra memoria?
Al nacer, el cerebro de un bebé solo representa una cuarta parte del tamaño de un cerebro adulto. Este desarrollo continúa durante la infancia y adolescencia, y está íntimamente ligado a la forma en que se almacenan los recuerdos. En los primeros años, el hipocampo crece rápidamente, lo que podría interferir con la capacidad de almacenar recuerdos a largo plazo.
La psicóloga infantil Tracy Riggins, de la Universidad de Maryland, sugiere que este rápido crecimiento podría explicar por qué olvidamos tanto de la infancia: "Es posible que el cerebro suprimiera recuerdos para poder centrarse en entender el mundo, mientras le da tiempo al hipocampo para desarrollarse."
¿Qué nos falta por descubrir?
Aunque la ciencia ha avanzado mucho en la comprensión de la amnesia infantil, muchas preguntas siguen sin respuesta. ¿Por qué olvidamos nuestros primeros recuerdos? ¿Qué papel juega el desarrollo cerebral en este proceso? ¿Cómo afectan la cultura y la crianza a nuestra memoria? Estas son algunas de las cuestiones que los investigadores siguen explorando.
Lo que sí sabemos es que, aunque no recordemos todos los momentos de nuestra infancia, esos primeros años son fundamentales para la formación de nuestra identidad. Las experiencias que vivimos, aunque no las recordemos conscientemente, pueden influir en cómo nos vemos a nosotros mismos y en cómo nos relacionamos con los demás.