En una medida que ha sacudido los cimientos del comercio internacional, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decretado la imposición de aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio, sin excepciones ni exenciones. Esta decisión, anunciada el lunes desde el Despacho Oval, amplía significativamente su estrategia proteccionista y afecta principalmente a países aliados como Canadá, México, Brasil, Corea del Sur y Alemania.
Canadá, el principal proveedor de acero y aluminio a Estados Unidos, se encuentra entre los más perjudicados por esta medida. En enero, las exportaciones canadienses de acero a EE. UU. alcanzaron los 11.200 millones de dólares, mientras que las de aluminio sumaron 9.500 millones. Esta acción supone una ruptura de facto del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), afectando gravemente a estos países, especialmente a Canadá y México.
La administración Trump sostiene que estos aranceles beneficiarán a la industria nacional, superando los posibles perjuicios para otros sectores y consumidores estadounidenses. Peter Navarro, asesor comercial de Trump, afirmó que estas medidas pondrán fin al dumping extranjero, impulsarán la producción nacional y asegurarán las industrias del acero y aluminio como pilares de la seguridad económica de Estados Unidos.
Sin embargo, la reacción internacional no se ha hecho esperar. China ha respondido aplicando aranceles de represalia sobre productos estadounidenses por un valor de 14.000 millones de dólares, afectando a 80 productos energéticos y manufacturados con impuestos adicionales de entre el 10% y el 15%. Pekín también ha tomado acciones como investigar a Google, restringir la exportación de minerales críticos y considerar a varias corporaciones estadounidenses como no fiables.
En Europa, las bolsas han mostrado resiliencia ante la volatilidad causada por los aranceles de Trump. El Ibex 35, por ejemplo, subió un 0,16%, cerrando en más de 12.700 puntos, con empresas como Acerinox liderando las ganancias debido a su presencia en EE. UU. Sin embargo, la medida podría incrementar los costos en diversas industrias y agravar las tensiones comerciales globales.
El ministro de Economía de España, Carlos Cuerpo, ha calificado estos aranceles como "perjudiciales para todo el mundo" y ha pedido "prudencia", expresando su preocupación por los posibles efectos negativos en la competitividad y el crecimiento económico. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha asegurado que la Unión Europea está preparada para defender los intereses del mercado único y ha abogado por avanzar en la integración de las economías europeas.
Esta escalada en la guerra comercial global plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones comerciales internacionales y el impacto en la economía mundial. Mientras algunos sectores podrían beneficiarse de las medidas proteccionistas, otros podrían enfrentar desafíos significativos debido a las represalias y al aumento de costos en las cadenas de suministro globales.