Haruj: el misterioso mar de lava negra en el corazón del Sáhara

En medio del inmenso desierto del Sáhara, una vasta mancha oscura rompe la uniformidad dorada del paisaje. Visible incluso desde el espacio, esta enigmática formación ha intrigado a científicos durante décadas. No se trata de una sombra ni de un cráter: es el macizo de Haruj, un monumental campo volcánico que guarda secretos milenarios sobre el pasado profundo de la Tierra.

Situado en el corazón de Libia, el macizo de Haruj se extiende a lo largo de unos 44 mil kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de Aragón, en España. Lo cubre una inmensa capa de lava solidificada, resultado de erupciones ocurridas hace millones de años. Su color negro contrasta de forma impactante con la arena clara que lo rodea, generando una imagen que, desde la órbita terrestre, parece una gigantesca mancha de tinta sobre el desierto.

Lo que hace a Haruj particularmente interesante para la ciencia no es solo su tamaño, sino su origen. A diferencia de muchos volcanes que nacen en los límites de placas tectónicas, Haruj se formó a partir de una pluma del manto: una columna de roca caliente que emergió desde las profundidades del planeta, sin necesidad de fisuras superficiales. Este tipo de actividad geológica proporciona pistas únicas sobre el funcionamiento interno de la Tierra.

El terreno del macizo no es uniforme. Está salpicado por más de 150 conos volcánicos, algunos de los cuales alcanzan alturas de hasta 1,200 metros. Estas formaciones varían en forma: algunos presentan el perfil típico de los volcanes en escudo, mientras otros lucen como conos perfectos. Si bien las estructuras más antiguas se remontan a unos seis millones de años, algunas parecen mucho más recientes.

Visto desde el espacio, Haruj ofrece un espectáculo visual impresionante. La lava oscura absorbe la luz solar, mientras que los granos de arena que se cuelan en las grietas reflejan destellos dorados, creando un efecto de brillo sobre el negro intenso del paisaje. Esta combinación genera la ilusión óptica de un "agujero negro" terrestre en medio del desierto.

A pesar de su aspecto imponente, Haruj no representa una amenaza volcánica inmediata. No hay señales de actividad reciente ni de emisiones de gases que sugieran una erupción cercana. Sin embargo, algunos de sus conos son considerados "dormidos" y no completamente extintos, por lo que los científicos continúan monitoreándolo con cautela.

El macizo de Haruj es más que una anomalía geológica: es una ventana abierta al pasado profundo del planeta, un recordatorio silencioso de la fuerza con la que la Tierra moldea su propio rostro.