No es Corea del Norte: en este país todo es blanco, no hay wifi pero el agua y la electricidad son gratis para todos

En un mundo donde la tecnología y la globalización conectan cada rincón del planeta, existen lugares que desafían esta tendencia y mantienen una forma de vida profundamente arraigada en el aislamiento y la tradición. Estos territorios, marcados por la desconexión digital y políticas singularmente restrictivas, plantean interrogantes sobre la diversidad de modelos estatales y culturales. Entre estos se encuentra Turkmenistán, un país de Asia Central que sorprende tanto por su arquitectura como por sus decisiones gubernamentales, que lo hacen destacar por sus contrastes.

Un lugar blanco de mármol

Turkmenistán tiene una historia vinculada a las rutas comerciales de la legendaria Ruta de la Seda. Su capital, Ashgabat, es un claro ejemplo de la magnitud de su historia y modernidad, con una arquitectura dominada por el mármol blanco. Esta peculiaridad ha llevado a la ciudad a ser reconocida en el Récord Guinness por tener la mayor cantidad de edificios de mármol en el mundo. Sin embargo, la deslumbrante apariencia de Ashgabat es solo una cara de la moneda en un país que combina modernidad y tradiciones, aunque a su propio ritmo.

Servicios gratuitos, pero aislamiento digital

Desde 1993, el gobierno de Turkmenistán ha garantizado a sus ciudadanos servicios gratuitos, incluyendo electricidad, agua y gas natural. Una medida que, aunque parece un avance, se ve contrarrestada por un estricto control estatal sobre diversos aspectos de la vida cotidiana. En este país, uno de los más aislados digitalmente del mundo, el acceso a internet está fuertemente restringido. Gran parte de la información se encuentra bloqueada, y la vigilancia sobre la actividad en línea es constante. En 2015, la prohibición de las antenas parabólicas marcó un punto crítico en la desconexión digital, dificultando aún más la comunicación con el exterior.

Paisajes extremos y patrimonio histórico

El territorio de Turkmenistán, en gran parte cubierto por el desierto de Karakum, alberga paisajes extremos y secretos históricos. Entre sus maravillas naturales se encuentra el cráter de gas de Darvaza, conocido como "la puerta del infierno", un fuego perpetuo que arde desde un error de exploración soviética. Aunque es un atractivo turístico de gran potencial, las estrictas políticas de acceso limitan la llegada de turistas extranjeros, impidiendo que muchos puedan disfrutar de esta fascinante curiosidad geológica.

Un régimen que genera controversia

A nivel político, Turkmenistán es conocido por un control estricto sobre la libertad de prensa, situándose en las posiciones más bajas de los rankings internacionales en cuanto a censura y derechos humanos, comparable en algunos aspectos con Corea del Norte. Las políticas económicas del gobierno también han sido objeto de críticas, especialmente en relación con la autosuficiencia alimentaria. En un intento por reducir la dependencia del extranjero, el gobierno ha fomentado la producción interna, pero estas medidas han provocado escasez de productos y racionamientos.

En resumen, Turkmenistán es un país de contrastes, donde lo blanco de su arquitectura se ve opacado por la oscuridad de un aislamiento digital y político que ha marcado su historia reciente. En este rincón de Asia Central, el avance tecnológico y la apertura al mundo parecen un sueño lejano, mientras la tradición y el control gubernamental siguen dictando el ritmo de vida.