No es Corea del Norte: en este país todo es blanco y no hay wifi

En un panorama global donde la información y la conectividad están casi al alcance universal, se encuentra una nación que parece haberse detenido en el tiempo. 

Aquí, lo contemporáneo adopta otra forma y la influencia gubernamental marca profundamente el día a día de la ciudadanía. Este lugar no es Corea del Norte, sino Turkmenistán, una nación en Asia Central conocida por su liderazgo autoritario y sus peculiares políticas. Profundicemos en las particularidades más notorias de este intrigante país.

Turkmenistán, un país de contrastes

Rodeado por Kazajistán, Uzbekistán, Afganistán e Irán, Turkmenistán es un país cuyo relato histórico se entreteje con la milenaria Ruta de la Seda. Su capital, Ashgabat, se destaca por su arquitectura de resplandecientes edificios de mármol blanco, reflejando así el "esplendor" que el régimen quiere transmitir tanto a sus habitantes como al resto del mundo, según lo documenta el creador de contenido Jordan Egbert. La metrópoli se distingue no solamente por su estética singular, sino también por poseer uno de los mástiles para la bandera más elevados del orbe. 

Entre las iniciativas más sobresalientes del país se encuentra la oferta de electricidad, agua y gas sin costo para sus residentes, una política aplicada desde 1993 que se prevee se mantenga hasta el 2030. Aunque este beneficio afecta substancialmente la vida de la población, se acompaña de un control estatal riguroso en otras áreas de la vida social.

El tema de la conectividad en Turkmenistán es especialmente interesante. Pese a encontrarse en la era digital, el acceso a internet es sumamente restringido y se encuentra bajo la vigilancia gubernamental. En 2015, el país puso en órbita su primer satélite, sin embargo, y de manera contradictoria, ese mismo año se ilegalizaron las antenas parabólicas, limitando aún más el alcance de sus habitantes a medios informativos foráneos. Esto evidencia el intento del gobierno por supervisar la narrativa nacional y reducir la influencia externa en su población.

Las bellezas de Turkmenistán

Asimismo, Turkmenistán es una tierra de contrastes naturales y esplendores. Gran parte de su geografía está dominada por el extenso desierto de Karakum, y aunque predomina la aridez, el territorio cuenta con puntos de gran valía histórica y cultural, como las antiquísimas urbes que se reparten a lo largo de la Ruta de la Seda, de acuerdo con el sitio Tour del Viajero.

El cráter de Darvaza, también llamado por muchos "la puerta al infierno", constituye un peculiar punto de interés turístico, siendo un inmenso cráter que ha estado en llamas sin cesar desde 1971 tras un percance durante la extracción de gas natural en tiempos soviéticos.

En el plano social y político, las dinámicas de Turkmenistán no dejan de generar cuestionamientos, particularmente en cuanto a la libertad de prensa. El país quedó en el puesto 178 de 180 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa de 2017, situándose junto a países notoriamente herméticos y autoritarios como Corea del Norte y Eritrea.

Turkmenistán, con su amalgama de maravillas naturales, políticas gubernamentales singulares y un control estricto sobre el día a día de sus habitantes, se erige como un ejemplo fascinante, aunque algo lúgubre, de cómo una nación puede elegir una senda diferente en el siglo XXI. Su aislamiento y las limitaciones impuestas por sus gobernantes pueden resultar anacrónicas para muchos, pero para los turcomanos, son realidades diarias que definen su identidad nacional.