Washington D.C.: ¿La capital sin estado?

Escrito por Destacados Líderes, México, Staff – 13 de agosto de 2025

Aunque es el corazón político de Estados Unidos, Washington D.C. no pertenece a ningún estado. Su estatus genera preguntas... y comparaciones con Puerto Rico.


Washington D.C., sede de los poderes federales de Estados Unidos, es una ciudad única en su tipo: no forma parte de ningún estado y su estatus político ha sido motivo de debate durante más de dos siglos. A pesar de estar ubicada entre Maryland y Virginia, no pertenece a ninguno de estos territorios. ¿Por qué? La respuesta se remonta a los orígenes de la nación y a la necesidad de preservar la neutralidad del gobierno federal.


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Cuando se fundó Estados Unidos, los Padres Fundadores decidieron crear un distrito especial que no estuviera bajo la jurisdicción de ningún estado, para evitar que un gobierno estatal tuviera influencia directa sobre el federal. Así nació el Distrito de Columbia, establecido en 1790 y diseñado para ser la capital de todos los estadounidenses, no solo de los residentes de un estado en particular.

Este modelo hizo de Washington D.C. una entidad sin representación plena en el Congreso: sus habitantes pagan impuestos federales, pero no tienen senadores y solo cuentan con un delegado en la Cámara de Representantes que no tiene derecho a voto en decisiones legislativas. Esta condición ha llevado a que su situación se compare con la de Puerto Rico, un territorio no incorporado de EE.UU. que, aunque cuenta con autogobierno, tampoco tiene representación legislativa con voto y cuyos ciudadanos tampoco pueden votar por el presidente en elecciones generales.


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Ambos casos reflejan realidades políticas diferentes pero con similitudes clave: millones de ciudadanos estadounidenses viven bajo reglas federales sin poder influir directamente en ellas a través del voto legislativo. Tanto Washington D.C. como Puerto Rico han protagonizado movimientos sociales y legislativos en busca de mayor representación o incluso de convertirse en estados, pero hasta la fecha ninguno ha logrado ese objetivo.

En el caso de Washington D.C., el debate se intensifica por el simbolismo que representa: es el epicentro del poder en el país, y sin embargo, sus propios ciudadanos carecen de voz plena en el Congreso. A lo largo de los años, se han propuesto varias iniciativas para otorgarle estatus de estado, pero los obstáculos constitucionales y políticos han frenado dichos esfuerzos.

Esta paradoja democrática continúa generando cuestionamientos: ¿puede una nación que promueve la democracia en el mundo seguir manteniendo a su capital sin representación plena? La discusión sigue abierta.